Amar


Dejar a un lado del camino los zapatos viejos, las medias mil veces remendadas, la falda hecha jirones, la camisa raída, la horquilla descolorida del cabello, el sostén, las tangas...

Andar pausadamente hasta el claro del bosque invernal, con el calor incesante que genera el palpitar del corazón, y alcanzar la orilla del río donde el agua corre fría, serena, imparable...

Desnudarme ante mí
zambullirme en mi esencia
renacer
amarme


Rindiéndome a la Existencia

Empiezo a recordar el día de antes al día en que me mataste. 

Estaba serena, con el stress de la creación, con el alma de los valientes, aguantando tus embestidas cotidianas, creyendo en tu dirección. Levantando la mirada del suelo cada vez que me la imponías, desterrando las dudas de mis errores, ahuyentando los fantasmas de tus inmerecidas sonrisas a los que al igual que yo erraban. Sujetando la tela de araña que habíamos tejido juntos durante años. Sacando de mi armario todas las posibilidades para conseguir eso que no sabías que querías. Rompiendo cada noche los barrotes de la prisión en la que me encerrabas cada tarde. Entendiendo, aceptando tus rupturas con el pasado, tus miedos, tu inseguridad. Deje mis alas para posarme en la tierra por petición tuya. Escuché tus burlas, vi tus caras agrias, tus  ansias de poder, tus intenciones puestas en el éxito y las trasforme en silencios para sostener la amistad. 

Me cegó la alegría de la oportunidad. Consentí el maltrato y tu furia. Recogí la basura que no sabías dar a quien la creaba cargándola en mi espalda. Y seguí trabajando con ganas. Con alegría.

Entonces tú, decidiste eliminarme de tu juego macabro. Por la espalda. Sin previo aviso. Una puñalada. Después del silencio. 

Y sé, lo sé porque hoy he vuelto a recordarlo, que antes de que me asesinaras, acusaba el cansancio de la vida cotidiana, de la madrugada para ganarme el pan, de la carrera para dar un bocado antes de lanzarme a crear tu juego egoísta, de las noches en vela para no olvidar tus directrices, de las madrugadas ensayando una voz, un cuerpo, sola, a pesar de mis suplicas para que me ayudaras. Sabías que lo dejaría todo por tu juego egoísta.

Sí, estaba cansada, pero no me sudaban las manos como ayer, no se me erizaba el cerebro contra el cráneo, no me dolían los órganos internos ni pensaba en la muerte súbita. No lloraba a todas horas y me escondía de la gente, no sentía la maldad reverberando en mi pecho en los encuentros cara a cara, no me encogía como una niña pequeña y asustada. No me dolía el corazón tan intensamente ni tenía las muñecas rotas las manos débiles los ojos perdidos. No me crujían los huesos añorando su lugar original. No andaba por el mundo sin sueños que construir sin dirección sin inspiración sin música sin fuerza sin valor sin ganas sin amor, sin Mí.

Estoy venciendo a esta pequeña muerte. A la muerte que tú me diste. Y a veces te pienso y me digo, que bueno vivir-morir al mismo tiempo para darle a esta travesía de la vida el valor incalculable que tiene. Y no sé si me engaño perdonándote, con este amor ingenuo del espíritu y del alma. Atendiendo a los que hablan del antes y el después de la vida y de nuestros propósitos para elevarnos como humanos, atendiendo a los que dicen que dejes ir en paz a los que te hirieron. No sé si existe el perdón para quien quita la vida.
 
Y darme cuenta de lo que me cuesta gritar y liberar mi hígado de tanta rabia incomprensión ira enfado desconsuelo tristeza odio. Y darme cuenta de que existe dentro de mí un lado muy oscuro que llevo transitando desde que tú me mataste. Inocente mujer en busca de la luz. Desaprobando lo que ya no sabe si sabía o solo eran creencias sin pies. Y mientras, como en todos los episodios de la vida en que se toca fondo, la vida sigue ahí sonriendo, cantando, bailando, brillando, también tal vez para ti. Y no me importa que así sea. No me importa como es tu vida ahora. No me importa tu vida ya nunca.

Me importa volver a ver mi sonrisa estallar arrebatadamente  ante lo más insólito, despertarme y pintar garabatos en los sobrecitos del té, sentir mi sexo lleno de dulce furia, parir criaturas de mentira sobre las sábanas y leerlas de madrugada, teñir mis dientes de burdeos bebiéndome la vida de los buenos amigos, arrastrar mi cuerpo cansado de bailar y dormir sin piernas, sin brazos, sin cerebro, rendirme al placer de cada día, vestida solo de aliento. 

Rendirme a la Vida de nuevo, con coraje, con entusiasmo, con alegría. 


5 de Febrero de 2014