A esperado tres, quizá cuatro minutos

A esperado tres, quizá cuatro minutos y se ha saltado el castigo. 
Ha salido corriendo tras ella con los pies descalzos. 
Le arden las plantas. Es verano, la tierra quema.
No le importa, corre. Corre y grita - ¡Mamá, mamá!

Después de trescientos metros la ve a lo lejos, sabe que es ella por la pegatina de los Angeles Lakers que le regalo su tío y que el pego cuidadosamente en el cubo azul de plástico que lleva sobre su cabeza.
Le escuecen los pies. Ahora le castigaran doblemente por no haberse puesto las chanclas que le trajo la señora de la org.
Casi puede tocar la falda de su madre cuando ella se gira, chocan y él cae al suelo.
- ¡Qué te he dicho!
Y él enfadado, con la respiración entrecortada la grita:
- ¡Cuando sea mayor te compraré un río!