En ausencia de
respuestas.
Viendo, como pasan las vidas de “los otros” que ya han dejado de serme ajenos.
Viendo, como pasan las vidas de “los otros” que ya han dejado de serme ajenos.
Ajenos al menos para el “yo que soy” o el que intento ser.
No me importan, o me importan poco los que de atrás han
reflexionado.
Se me fueron todos de la memoria, pues aún vivos en teorías y papeles,
no son más que buscadores, como yo.
Me duele el mundo y me duelen los hechos de un mundo que más que
evolucionar, involuciona.
Si por un segundo se parase la tierra ¿Qué pasaría?
Quizá, como la piedra insignificante en el camino que un transeúnte
golpea al paso, cambiándola inesperadamente y sin ninguna voluntad del sitio
que ocupa, todos, el otro y el otro y el otro que soy yo, encontraríamos el
lugar que tenemos que ocupar verdaderamente.
No estaríamos tan descolocados ni tan perdidos ni tan sin tierra.
Quizá no quede otra más que la mano de un ente, ser superior, que nos
fuerce a encontrar un equilibrio que a estas alturas de la historia se está
resquebrajando.
Volvemos al principio y me gustaría saber cuántos otros, como el otro
que yo soy, se están dando cuenta.
Las “sensaciones” nuevas que aún no han encontrado “verbo” y que se nos
avecinan, esas que por no-ser aún no se las puede denominar, ni llamar, ni
siquiera explicar.
Están ahí, dentro, bullendo, pidiéndome a gritos nacer, vivir.
Los “pensamientos e ideas sin
nombre” que pre-siento pueden dar un giro a la historia de la Humanidad.

Octubre 2015