Ha dejado de
escuchar el lenguaje sórdido de la ciudad, ahora solo respira vencida ante un
corazón poderoso. Corre. Corre sin objetivos. Tan solo la visión pasajera de
hojas doradas muertas de frío, copas de árboles semidesnudas, y olor a
mojado, dan vida a sus sentidos.
Correr sin
motivos.
Hacia ninguna
parte.
Correr. Correr.
Correr...