Diseñe la estrategia
y fui fundiéndome, poquito a poquito, en el placer de la conquista de tus manos
sobre el blanco y negro de tu amante, el piano.
Deje
de soñar con tu cuerpo, para asegurarme la eternidad de los orgasmos que me
regalan tus orgías con la guitarra. Y es que, no sé cómo besar a la música si
no es abriendo todos los poros de mi piel para recibirla.
Loca,
aúlla, pide auxilio a la noche obscura, recordando al caballo negro y salvaje
que una vez, en el sin tiempo, la dejó preñada de primaveras, otoños, mares,
desiertos... y Música.
Me
transforme en yegua blanca y busque el camino para atraerle de nuevo. El del
amor, el único que conozco, pero, el instinto animal, que no se disfraza, me
llevo “por el sendero más corto” y me encontré con el lobo, la amistad.
Divina,
maravillosa, cómplice... reina del amor sin cuerpo...
Descubrí
los campos de rosas infinitos que bordan tus notas, tus versos serenos, tus
sonrisas cargadas de incógnitas, tus risas verdes, tus lamentos grises, tus
verdades secretas, tus maduros balbuceos, el olor a limón de tu infancia, el
sabor agridulce de tu juventud, la oración del corazón a la Dama de tus sueños,
el infinito mar de tus silencios.
Y
me enamore, no sé sin querer o queriendo...
El
lobo celoso que no me deja sentirte dentro, rozar tu orgullo, beber tu sangre,
morderte los labios, gemirte al oído, abrazar, volar, volverme loca en tu
locura, morirme y nacer contigo en un universo que sospecho, pero que aún no he
conquistado. Ese cruel devorador de mis sueños.
Me
perdí por amor sabiéndolo... ¡qué irónico!... me mentí, porque de todo lo que
me das, lo que más añoro son tus labios en mi cuello, tu respirar buscando un
beso, la sangre despertando tu sexo. El energético campo que crearon tus manos
en mi espalda, el frío helado que se instaló en mis ovarios despertándome el
deseo. Y si, ahora por fin lo sé, lo que sentí que me asusto fue esa energía
que absorbí y que me dijo al oído, es él...
Equivoque
la estrategia, soy una loba y mi yegua dócil, es un cuento, te amo por lo que
haces, lo que creas, pero necesito verte morir, dentro muy dentro...
Madrid,
Junio 2003